Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1888-1889 (Cortes de 1886 a 1890)
Sesión: 3 de diciembre de 1888
Cámara: Congreso de los diputados
Discurso / Réplica: Réplica al Sr. Romero Robledo
Número y páginas del Diario de Sesiones: 3, 34-35
Tema: Reproducción del proyecto de ley constitutiva del ejército y del que declara no embargables los sueldos de los oficiales

Voy a dar gusto al Sr. Romero Robledo, porque no tengo que reservarme en nada de lo que desea saber y se ha servido preguntarme.

Ante todo, me parece a mí que se ha dado a lo sucedido esta tarde una importancia que no se concedió otras veces a demoras análogas, a la ocurrida hoy que en más de una y de dos ocasiones han tenido lugar, y más largas que la de ahora, y algunas veces promovidas por las oposiciones, sin que a nadie se le ocurriera exagerar su significación, como lo han hecho los Sres. López Domínguez, Romero Robledo y otros Sres. Diputados en el día de hoy.

Pero, en fin, aparte de esto, yo debo decir al Sr. Romero Robledo que, habiendo adquirido el Gobierno por mi conducto en la reunión previa de los Sres. Senadores y Diputados, por creer que de esta manera adelantarán más los trabajos, el compromiso de reproducir todos los proyectos pendientes de las legislaturas anteriores, yo me creía en el deber de hacer esa declaración en tiempo oportuno; y ofrecí entonces que la haría en la primera sesión hábil. Yo consideraba que la primera sesión hábil para hacer ésta hubiera sido la de hoy, porque tengo entendido que las dos anteriores son algo así como las que completan la constitución definitiva del Congreso; y esperaba a que estuviera constituido del todo para hacer la declaración de reproducir todos los proyectos que quedaron pendientes de discusión en las legislaturas anteriores. Pero un Sr. Diputado, el Sr. García Alix, en uso de un derecho que yo no le he negado, se levantó anteayer a reproducir el proyecto de ley de reformas militares. Quedó el asunto, por el momento, tal y como el Sr. Romero Robledo ha dicho; pero a mí me pareció que el acto de aquel Sr. Diputado privaba de libertad al Gobierno para reproducir el proyecto de ley de que se trata, comprendido en el conjunto de los que el Gobierno deseaba reproducir, porque no quiero que ni en apariencia se muestre el Gobierno impuesto por nada ni por nadie. (Muy bien).

Yo creía, sin perjuicio del derecho del Sr. García Alix, que debía dejarse al Gobierno la libertad de reproducir todos los proyectos de ley pendientes, o sólo aquellos que el Gobierno creyera conveniente reproducir. En esta creencia, y tratándose de un proyecto de ley de la importancia del relativo a las reformas militares, en cuyo conjunto, en cuya forma cree el Gobierno que hay que introducir algunas modificaciones en beneficio del proyecto mismo, he querido, antes de hacer la declaración general reproduciendo los proyectos de ley pendientes, ver si la Comisión que entiende en aquel asunto está dispuesta a aceptar las modificaciones de que he hecho mérito; porque si lo estuviera, claro es que tendríamos mucho trabajo adelantado, puesto que se trata de individuos que conocen ya la materia, que la tienen muy estudiada, que la han discutido, y que conocen las diversas opiniones que respecto de ella se han emitido en esta Cámara. Como el Gobierno desea que ciertos puntos que abraza el proyecto de ley de reformas militares se resuelvan pronto, y cuanto antes mejor, natural es que vea con gusto que adelanta la discusión, y no tiene duda que adelantaríamos mucho si la Comisión, de acuerdo con el Gobierno, entrara en el camino de aquellas modificaciones que estimamos indispensables para mejor y más pronta resolución de los asuntos que dicho proyecto de ley comprende.

He aquí cuál ha sido el objeto de la conferencia que el Gobierno ha celebrado con la Comisión y con el Sr. Presidente del Congreso; y paréceme, Sres. Diputados, que no tiene esto nada de particular, porque sucede todos los días.

Pues bien; de esta conferencia he sacado yo la esperanza de que la Comisión esté dispuesta a aceptar los puntos de vista del Gobierno, que son los siguientes que enumeraré al momento. Y aquí viene la contestación terminante que voy a dar al Sr. Romero Robledo.

El proyecto de ley de reformas militares, pendiente de aprobación en las legislaturas anteriores, no es ni ha sido nunca bandera del partido liberal. ¿Cómo podía ser bandera del partido liberal un proyecto de ley que el Gobierno y su mismo autor presentaron a la discusión del Congreso diciendo siempre y constantemente que no era un proyecto de partido, que era un proyecto de carácter nacional, puesto que se trataba nada menos que de la organización del ejército, que no pertenece a ningún partido, sino que pertenece a la Patria? (Muy bien). No es, pues, el proyecto bandera del partido liberal, como no podrá ser bandera de ningún otro partido. Lo que importa es que sea bandera de la Nación, y para eso todos los partidos hemos procurado encontrar la mejor resolución de tan difícil problema: y tanto su digno autor como los Ministros que entonces le acompañábamos, hemos admitido muchas transacciones y estábamos dispuestos a admitir todas aquellas que, en opinión de la generalidad, mejoraran el pensamiento en beneficio del ejército español. (El Sr. Cassola: Pido la palabra).

Ahora, Sres. Diputados, hay otra cuestión. ¿Es que debe el Gobierno, es que debe la Comisión reproducir el proyecto tal y como se presentó en legislaturas anteriores? El Gobierno cree que no conviene hacer eso en beneficio de las misma reformas militares, porque, si lo hiciera, tiene la seguridad de que encontraría [34] en esta legislatura las mismas dificultades, la misma oposición, quizá la misma obstrucción que ha encontrado en legislaturas anteriores, y que no saldrían resueltos ni aun aquellos problemas que más directa e inmediatamente afectan al ejército, y que la opinión pública, la opinión general, considera como de más urgente resolución.

Pues bien; en beneficio de esos problemas y para que puedan resolverse pronto, el Gobierno cree que deben dejarse para otra ocasión, para más adelante, para otro proyecto de ley, aquellos puntos que embarazan la discusión de los que es posible que sean fáciles de resolver.

Ésta es la cuestión: yo no tengo inconveniente en abordarla, porque creo que a los Gobiernos, lo que les conviene ante todo, y sobre todo, es la sinceridad. Los cuatro puntos que yo creo esenciales, y que a mí me parece conveniente resolver, y que es cuestión de gobierno resolver, son los que se refieren al dualismo, a la terminación de la carrera, a la proporcionalidad para los ascensos al generalato y a la unificación de las escalas de la Península y Ultramar. No recuerdo si he omitido algún otro punto importante; pero si lo hay, y no embaraza la discusión de estos cuatro, el Gobierno no tiene inconveniente tampoco en admitirlo.

Ahora bien; el Gobierno considera que debe presentar como programa parlamentario, no como bandera de partido, porque tratándose del ejército ningún partido puede apropiarse la bandera de su organización, no como bandera, repito, sino como programa parlamentario, la resolución de los extremos que he indicado, consignándolos en un proyecto que puede, sin inconveniente alguno, sacarse de la esencia del proyecto que quedó pendiente en la legislatura anterior.

Esto es lo único que yo he tratado con la Comisión; para eso he tenido la honra de conferenciar con ella, en la inteligencia de que si estaba conforme con las ideas generales que he expuesto, no había inconveniente en que ella continuara su tarea; porque lejos de perjudicar esto, nos daría mucho camino andado, y el acuerdo redundará en beneficio de la pronta resolución de los problemas que interesa a todos los Gobiernos resolver, y que interesa también a las Cortes que se resuelvan.

Así explicadas las cosas, verá el Sr. Romero Robledo cómo no ha habido misterio ninguno. Es más: todavía después de esto me reservaba yo, en bien del ejército, en bien del país, en bien de una cuestión de gobierno tan importante como ésta, me reservaba yo, digo, la honra de conferenciar con los jefes de todas las oposiciones, para manifestarles cuál es el pensamiento del Gobierno, y para que éstos pudieran hacer las indicaciones que tuviesen por conveniente; y sobre todo, para suplicarles que no opusieran más dificultades a la aprobación de estas reformas, que aquellas que son consiguientes a la libre discusión. De manera que aún no se puede decir que esté cumplida mi tarea; pero para terminarla, procuraré hacerlo a horas que no sean las de sesión, a fin de no dar a su señoría el disgusto que le ha causado la demora de la apertura de la sesión de hoy. (Varios Sres. Diputados de la mayoría: Bien, bien). [35]



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